En el ambito local, ha causado buena sensación la llegada de Suar a la plataforma más usada por los amantes del cine.
Con el estreno de “Corazón loco”, el actor volvió a poner en funciones el contrapeso que acompañan sus producciones. Con un promedio de casi un millón de espectadores por filme que protagonizó, el artista nunca logró el reconocimiento especializado.
Sin embargo, desde este marco convoca. Y sigue al frente. Como en casi todas las producciones en las que se puso adelante desde la actuación. De Comodines (1997) a Corazón loco, Suar protagonizó diez películas. Entre las nueve que pasaron por los cines (sin contar esta última), acumula más de 8 millones y medio de espectadores. Un promedio de casi un millón de espectadores.
Y acá vale hacer una pausa para dimensionar el fenómeno. Solo 32 películas argentinas pasaron el millón de asistentes. Suar, cuenta con tres. No es el más taquillero. Ricardo Darín y Guillermo Francella lo superan en este rubro. Sin embargo, sus películas tienen otra particularidad. Cinco de los nueve fueron los filmes más vistos del año. Pasó en 1997 con Comodines (869.077), Un Novio para mi mujer (fue vista por 1.405.570 en 2008), Igualita a mí (832.601 en 2010), Dos más dos (998.399 en 2012) y Me casé con un boludo (2.026.917 en 2016).
¿Qué pasó con las otras cuatro películas? En tres casos fueron las segundas más vistas: Cohen vs. Rossi (615.483 en 1998), El día que me amen (511.887 en 2003) y El fútbol o yo (1.095.225 en 2017). El único filme que no pudo ubicarse en el podio fue Apariencias que en el 2000 quedó cuarta con 782.348 espectadores por detrás de Papá es un ídolo, Nueve Reinas y Corazón, las alegrías de Pantriste. No fue un año normal. Se trató de uno de los dos calendarios en los que tres películas superaron el millón de espectadores (el otro fue el 2013, con Metegol, Corazón de León y Tesis sobre un homicidio).
Lo cierto es que más allá de las críticas en los diarios nacionales (todas promediaron de regular para abajo), el fenómeno sigue siendo inexplicable. Y como tal, de seguro, pierde valor en la intención de generar un producto de valor. Y es que el éxito, al igual que el rechazo de la crítica especializada, ya está garantizado.