Distintos sucesos ocurrieron en las últimas semanas en torno a hechos de violencia que arruinan el espíritu deportivo del fútbol argentino, uno que sufre día a día el accionar de gente que no respeta al que luce otros colores y hasta en casos más extremos a gente que siente la misma pasión.
La realidad del fútbol argentino deja mucho que desear, violencia tanto adentro como afuera de la cancha son señales de alarma para quienes manejan este deporte. En el marco de un partido de cuartos de final de Conmebol Libertadores se dió un encuentro violento entre parcialidades de Vélez y Talleres, dejando heridos de gravedad y una imagen realmente preocupante. Debido a esto la gente del fortín no pudo ser parte de la fiesta que se vivió en Córdoba.
En las últimas horas trascendió que varios autos de jugadores de Aldosivi fueron incendiados tras una nueva derrota del tiburón en condición de visitante en Mendoza ante Godoy Cruz. Los autos se encontraban en el predio del club en el puerto de la ciudad de Mar del Plata, por suerte no hubo heridos pero la situación llegó a un punto límite, una situación que obliga forzosamente a que el equipo marplatense juegue su próximo encuentro de local a puertas cerradas.
Esta violencia no solo se vive en las tribunas, los propios protagonistas también tienen su cuota de responsabilidad. La patada de Leyendecker que derivó en la lesión del changuito Zeballos o la reacción de Juan Sebastían Verón ante la polémica eliminación de Estudiantes por Libertadores son sucesos que dejan en evidencia la agresividad y la violencia que se maneja en nuestro fútbol.
En este punto está en juego la imagen del fútbol argentino, que día tras día aparece en los principales diarios del mundo por un nuevo suceso violento y no por lo que realmente importa, el juego.
A. C