Por la redacción de InfoAMBA
La muerte de Williams Jonathan Quispe Quenta, un joven boliviano de 19 años, conmociona a Ciudadela y pone en alerta a todo Tres de Febrero. Fue hallado sin vida en su domicilio, tras haber salido a bailar con amigos y conocer a tres mujeres que lo invitaron a continuar la noche.
El caso se investiga como homicidio criminis causa. La fiscalía sospecha que el grupo fue drogado con una sustancia aún no determinada. Las mujeres huyeron con celulares, un televisor y, sobre todo, con impunidad.
La modalidad es conocida: se las llama “viudas negras”. Y aunque el término suene casi cinematográfico, la realidad es escalofriante. El plan es simple: seducción, bebida, droga, robo… y en este caso, muerte.
La autopsia confirmó que la víctima no sufrió violencia física, pero sí presentaba un edema pulmonar agudo y congestión visceral, síntomas compatibles con sobredosis.
Sus amigos sobrevivieron. Él, no.
Una frontera que se rompió
Durante años, Tres de Febrero conservó una imagen de “barrera” contra la degradación urbana. Un partido con orden, con vigilancia, con discurso de eficiencia. Pero este crimen, planificado, ejecutado y aún impune, demuestra que ya no hay tal frontera.
Este tipo de delitos no son arrebatos espontáneos. Son parte de una modalidad delictiva cada vez más organizada y letal. Y Tres de Febrero ya no queda afuera.
A la altura de La Matanza
La comparación duele, pero es necesaria: el mapa del delito de Tres de Febrero empieza a parecerse peligrosamente al de La Matanza.
El asesinato con engaño, la circulación de drogas, las redes de mujeres que operan para bandas, la falta de reacción inmediata del Estado: todos los ingredientes están.
No es un caso aislado. Es una señal de alarma.
¿Qué se está haciendo?
El municipio no emitió aún una declaración pública.
Tampoco hay detenidas. La causa avanza lentamente, mientras las cámaras de seguridad y los testigos apenas aportan indicios.
No alcanza con pintar plazas ni inaugurar centros culturales.
Hace falta una política clara contra estas nuevas formas de crimen.
Campañas de prevención en boliches, patrullajes nocturnos coordinados, alertas públicas para jóvenes y, sobre todo, decisión.
Porque si Tres de Febrero quiere seguir siendo un lugar donde se pueda vivir, entonces hay que actuar. Ya.