Si bien su desempeño distó del esperado y el Mercosur nunca llegó a cumplir su objetivo de ser un mercado común pleno, sí es cierto que supo sobrevivir a grandes cambios globales, regionales y nacionales. El Mercosur fue comenzado a gestarse en plena segunda Guerra Fría (fines de los ‘70 y principios de los ‘80) en la que se calentó la disputa entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. Fue firmado y ratificado durante los albores del “momento unipolar” en el que Estados Unidos se erigió como única superpotencia. Finalmente, el Mercosur continúa su existencia durante este acelerado proceso hacia un mundo multipolar en el que encontramos dos superpotencias-Estados Unidos y China-al tiempo que conviven una miríada de poderes de distinta magnitud: la Unión Europea, Rusia, India y otras potencias intermedias dentro de las que podemos ubicar a nuestro socio Brasil.

A nivel regional el Mercosur también supo atravesar momentos complicados, como la crisis de 2001-2002 en la Argentina, la destitución a Lugo y la suspensión del Paraguay en 2012, la suspensión de Venezuela y la complicada situación política en Brasil de los últimos años. Sin embargo, y a pesar de haberse compuesto frente a tantas crisis a nivel regional, varias relaciones políticamente frágiles suponen una preocupación sobre la viabilidad del proyecto de integración.

La relación tensa entre los dos países más importantes de América del Sur, Argentina y Brasil, demuestran una competencia frente a las grandes potencias que dificulta su cooperación y alienta el recelo entre ambos gobiernos. Prueba de este conflicto, nos remite al año 2020 donde la hipótesis del conflicto sudamericano se encontraba en la relación de ambos con las potencias mundiales, China y Estados Unidos. El Gobierno de Alberto Fernández estableció La estación de Espacio Lejano, a cargo de la Administración Nacional China, en la Pampa de Pilmatué y contribuyó a fortalecer una relación con el País de la Asia Oriental que tuvo comienzos allá por el año 2010 cuando el Gobierno de Cristina Kirchner realizó un convenio para tratar la posibilidad de instalar en Argentina una estación de apoyo para las misiones chinas de exploración espacial. El acuerdo generó mucha polémica en la opinión pública pero también trajo inversiones al país y creó 1500 puestos para trabajadores y científicos argentinos

Por su parte, en 2019 Estados Unidos logró negociar con Brasil, luego de dos décadas de intento, el control de la base aeroespacial de Alcántara. Así, con el acuerdo firmado entre Bolsonaro y Trump, la administración brasileña se aseguró la entrada de 10.000 millones de dólares a las arcas del Gobierno a partir del 2040.

Ahora bien, mientras ambos países acordaron ceder terreno en pos de los objetivos de las grandes potencias, la rivalidad entre ambos creció. Desde entonces, Argentina y Brasil, que ya mantenían diferencias políticas, ahora las tendrían también por su alianza con las dos grandes potencias mundiales.

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Otro costado que genera tensión entre los países del Mercosur es la administración política de los países.  A nivel regional, se da una situación inédita en la que no existe un consenso entre los miembros originarios acerca del modelo de desarrollo a seguir. En Uruguay una orientación de relativa apertura se ha consolidado a lo largo de los años y más aún a partir del actual gobierno que puso fin a 15 años del Gobierno del Frente Amplio. En Paraguay, y especialmente a partir de las últimas presidencias del Partido Colorado, también se ha consolidado un modelo de equilibrio macroeconómico y orientación exportadora traccionada por su sector agronegocios. En Brasil, como veremos más abajo, se logró un consenso en sus factores de poder en torno a una orientación más liberal de su economía. En dicho contexto, el actual gobierno argentino muestra una orientación proteccionista que choca contra la de sus socios.

En la década pasada, presidentes progresistas coincidieron en las presidencias de sus respectivos países y formaron lo que se denominaba “La Patria Grande”: un concepto para referirse a la pertenencia común de las naciones latinoamericanas y el colectivo de una posible unidad política. El concepto está íntimamente ligado a otros como el de «unidad hispanoamericana» y a las referencias de los libertadores en la Guerra de Independencia Hispanoamericana, especialmente Simón Bolívar, José de San Martín y José Gervasio Artigas y su inconcluso proyecto de unificar políticamente a las naciones latinoamericanas . Esta idea se asocia con experiencias como las de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), la cual si bien continúa en un estado de parálisis pleno (esta semana Ecuador -sede del organismo- oficializó su salida) fue el síntoma más palpable de una etapa donde la región se pensó desde el entendimiento de la integración a partir de una multiplicidad de agendas que buscan ir más allá de lo esencialmente económico-comercial.

El último ensayo de la “Patria grande” entonces responde a la denominada década progresista u ola rosa que transitó América Latina.

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Años más tardes y con perfiles políticos e ideológicos distintos, los máximos mandatarios sudamericanos conformaron la “recomposición liberal”.

 La “recomposición neoliberal” iniciada con la llegada de Macri a la presidencia y reforzada con el ascenso de Jair Bolsonaro, desestimó a la Patria Grande consolidando perfiles políticos que no sólo se contraponen a los lineamientos sostenidos durante algo más de una década en materia de integración, sino que además trajeron consigo nuevas directrices, en algunas casos antagónicas.

Volviendo al presente,  la orientación de tanto Brasil, como Paraguay y Uruguay apuntan en una dirección no compartida por el actual Gobierno de Argentina. En este contexto lo peor que puede hacer nuestro país es no participar de las negociaciones ya que al ser uno de los países más importantes del bloque, de no hacerlo pone potencialmente en peligro la existencia misma del organismo. Y sin el Mercosur, Argentina pierde el acceso privilegiado a los mercados de sus socios tanto para sus productos competitivos como para aquellas producciones industriales que el Presidente busca proteger y que solo pueden subsistir en condiciones de mercado administrado como las que ofrece el Mercosur. El Gobierno argentino deberá buscar estratégicamente la forma de seguir liderando el mencionado mercado sudamericano defendiendo sus ideales pero, adaptándose a las peticiones políticas de sus pares que varían ideológicamente de las propias.