Mark David Chapman tenía 25 años cuando mató al miembro más famoso de The Beatles; ahora tiene 65 y sigue en prisión, después de que se haya rechazado por undécima vez su libertad condicional

 

El 8 de diciembre de 1980 fue el último día con vida de John Lennon. Rondaban las 22:30 cuando el mítico componente de The Beatles regresó junto a Yoko Ono a su casa, situada frente a Central Park, en Nueva York. En la puerta del edificio Dakota les esperaba Mark David Chapman, un supuesto fan del cantante que sacó un revólver y le disparó cinco balas de calibre 38 Special. Una de ellas le perforó el pulmón izquierdo y otra impactó en la arteria subclavia, causando hemorragias internas que resultarían mortales, de acuerdo con la autopsia realizada a la mañana siguiente.

—¿Te das cuenta de lo que has hecho? —le preguntó el portero del bloque, José Sanjenís Perdomo.

—Sí, acabo de disparar a John Lennon —respondió sereno el joven, que sostenía una edición de bolsillo de ‘El guardián entre el centeno’ cuando llegó la policía.

Hasta aquí la historia es bien conocida, pero los motivos por los que Chapman mató al que fuera su ídolo siempre han sido un misterio. En la parte interior de la tapa del libro había dejado escrito un enigmático mensaje: “Para Holden Caulfield. De Holden Caulfield. Esta es mi declaración”. ¿Se identificaba Chapman con el inadaptado protagonista de la novela de Salinger? ¿Le arrancó la vida a Lennon por proclamar que su banda era más famosa que Jesús?

40 años después del crimen, el asesino ha dado explicaciones. “Fue por gloria personal”, sostuvo el mes pasado durante la audiencia para pedir su libertad condicional, que la justicia estadounidense le ha denegado por undécima vez. “Era extremadamente famoso. No lo maté por su personalidad o la clase de hombre que era. Era un hombre de familia. Era un icono. Era alguien que hablaba de cosas de las que ahora podemos hablar y eso es excelente. Lo asesiné porque era muy, muy, muy famoso y esa es la única razón. Yo estaba muy, muy, muy concentrado en buscar la gloria personal. Fue muy egoísta”, reconoce.

“Lo asesiné porque era muy, muy, muy famoso y esa es la única razón. Yo estaba muy, muy, muy concentrado en buscar la gloria personal”

Chapman tenía 25 años en el momento del crimen. Ahora tiene 65 y dice haber encontrado la paz entre rejas gracias a la palabra de Jesús. Las autoridades del Wende Correctional Facility —la prisión de máxima seguridad donde permanece condenado a cadena perpetua— le han restringido el contacto con otros presos por su propia seguridad. Únicamente recibe las visitas de su esposa, que vive cerca de las instalaciones. Asegura que la culpa aún le corroe y cree que su castigo no es suficiente: “Cuando planeas conscientemente el asesinato de alguien y sabes que está mal, lo haces por ti mismo. Eso merece pena de muerte, en mi opinión”.

Disculpas a Yoko Ono

Asimismo, Chapman pidió perdón a la viuda de Lennon: “Quiero agregar eso y enfatizarlo mucho. Fue un acto extremadamente egoísta. Lamento el dolor que le causé a ella. Pienso en ello todo el tiempo”, recoge la BBC. Pero las disculpas no fueron suficientes para la junta del Departamento de Correcciones y Supervisión Comunitaria del Estado de Nueva York, que considera “inquietante” cometer un asesinato por lograr la fama.

Probablemente tampoco lo sean para la artista conceptual japonesa, que durante los últimos años ha remitido multitud de cartas al tribunal pidiendo que Chapman permanezca en prisión. En 2015, Ono se expresaba tajante en ‘The Daily Beast’: “Creo que lo hizo una vez y podría hacerlo de nuevo, a otra persona. Podría ser yo, podría ser Sean [su hijo], podría ser cualquiera”. Julia Baird, la hermana de John Lennon, también opina que el asesino debe seguir rehabilitándose y que la cárcel es, a su vez, el mejor refugio para evitar que otra persona se tome la justicia por su mano.

 

El Confidencial

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