Vi en redes sociales la polémica entre el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, y el concejal, Juan Debandi del FDT, relacionada con algunas gestiones que se facilitan en un espacio denominado Casa de Todos, ubicada frente a la sede municipal. Podría haberse evitado, desde luego, y bien le haría a nuestra comunidad que los dos líderes políticos más votados del distrito dialogasen sin chicanas ni denuncias por cosas que no se harían por cuenta de terceros particulares si el Estado se hiciera cargo. Lo concreto es que el intendente politiza el hecho que consiste en una asistencia y ayuda a gestión de trámites, señalándolo como una violación ética e institucional. Honestamente, no veo ninguna incompatibilidad en hacer lo que el Estado no hace por sí mismo. ¿Acaso está mal facilitar una impresión, asistir en una búsqueda on line o guiar en el llenado de un formulario digital? No lo creo. Más aún, lo agradecería si lo necesito, y no me genera ello ningún vínculo ni deuda con quien lo ofrece voluntariamente y a su coste. No se trata de señalar con el dedo a quienes se organizan para asistir; considero a todo esto similar a brindar el lugar de votación o facilitar una transcripción legal de recetas. Mucho más grave es disponer de personal municipal para campañas políticas propias, utilizar el presupuesto de comunicación y pauta oficial para propaganda personal o doblar boletas electorales en sedes municipales. Con todo respeto, empecemos por la viga en el ojo propio, intendente.

 

Ricardo Tejerina